Woensdag 26 Maart 2014

Canción de una madre alemana

Camisa parda y botas altas,
hijo mío, te regalé.
Mejor habría sido ahorcarme
de haber sabido lo que sé.
Al verte levantar la mano, hijo,
y a Hitler saludar,
¿sabía yo que aquellas manos
todas se habrían de secar?
Cuando de una estirpe de héroes,
hijo mío, te oía hablar,
que tú serías su verdugo
no lo podía imaginar.
Y detrás de aquel mismo Hitler,
hijo mío, te vi marchar,
sin saber que quien le siguiera
no regresaría jamás.
Alemania, tú me decías,
hijo, no se conocerá.
Ceniza y piedra ensangrentada,
¿quién conoce a Alemania ya?
Con la camisa parda un día
te fuiste y yo no me negué.
Con ella puesta morirías:
yo no sabía lo que hoy sé.

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 Y ahora la parte vengativa. Hace algún tiempo escribí un par de entradas debido a cierto revuelo: durante las manifestaciones del ultraconservadurismo, la organización ponía en los altavoces el célebre “Libertad sin ira” de Jarcha; esto no le gustó demasiado a sus autores, uno de los cuales, Pablo Herrero, mostraba su descontento en declaraciones a la radio; y entonces vino el “preclaro” César Vidal con su “linterna” y, al igual que hizo con Víctor Manuel y su famosa canción de juventud (otro tópico del que estoy hasta los mismísimos) sacó el tema de la obra desconocida de Jarcha: una ópera rock dedicada a José Antonio Primo de Rivera. Como de ese señor no me fio, y no encontraba información fiable, escribí un primer escrito, algo precipitado llamado Bulos, cuyo título ya indica lo que yo pensaba.



Jesús López Pacheco

  Jesús López Pacheco fue un novelista, dramaturgo, poeta y ensayista español, padre del cineasta Bruno Lazaro. Es uno de los más importantes escritores del llamado realismo crítico. Pertenece a la llamada generación del 50, junto a José Manuel Caballero Bonald, Armando López Salinas, Ángel González o Claudio Rodríguez.

 

Nació el 13 de julio de 1930 en Madrid, España. Entre 1941 y 1949 realiza sus estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros. En 1949 ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense. Sus estudios concluyen con una tesis sobre el poeta Pedro Salinas.
En 1952 obtiene el accésit del “Premio Adonais” por su primer libro de poemas Dejad creced este silencio, un conjunto de textos de profunda reflexividad, que se publica al año siguiente en la Editorial Rialp. En 1954 realiza el Servicio Universitario de Trabajo en Cudillero, Asturias. Fruto de esta experiencia será el poemario Mi corazón se llama Cudillero (1961), en el que se ensalza el valor del trabajo y el esfuerzo de los trabajadores del mar. En 1955 obtiene el “Premio Sésamo” de cuentos por Maniquí perfecto. Desde ese año y hasta 1958 es ayudante de editor de la revista Índice.

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