Toño velasco y el poder de la burla.
Artista visual, diseñador y docente. Cursó estudios en la Escuela de
Arte de Oviedo en la especialidad de Grabado y técnicas de estampación y
diseño. Ha sido profesor especialista en proyectos de diseño en la
Escuela Superior de Arte del Píncipado de Asturias. Actualmente
desarrolla su labor docente de forma particular y es profesor de diseño,
arte, diseño y arquitectura para alumnos de altas capacidades para
APADAC. Es miembro fundador de la revista satírica Fundición Príncipe de
Astucias. Actualmente vive en Oviedo y desarrolla su actividad
artística personal, combinando esta tarea con su labor docente y como
diseñador gráfico.
La enorme sonrisa de Toño Velasco nos da la bienvenida a la galería gijonesa El arte de lo imposible,
empapelada con dibujos del artista plástico que nos trasladan a un
mundo de paradojas y equilibrios entre la alegría y la imaginación. Este
autor saltó a la palestra pública por su obra Ensayo sobre la burla,
que retrataba en grandes lienzos a políticos, banqueros y personajes
como Sarkozy, Merkel, Bárcenas o Urdangarín sacándonos la lengua como
protagonistas de ‘la gran estafa’ que cotidianamente tildamos como
crisis.
En esta ocasión, Velasco expone los dibujos que suele cargar en su
mochila, esos que traza cotidianamente en el cuaderno que siempre lleva
consigo. “Esto es precisamente lo único que hago instintivamente, casi
compulsivamente, sin ningún tipo de premeditación. Lanzo el rotulador y a
partir de ahí empiezan a construirse personajes, escenas rarísimas como
que un buzo salga de una alcantarilla en Nueva York”, nos cuenta
refiriéndose a una de sus pinturas.
Mujeres altivas dedicadas a las que integraron El tren de la libertad, la iniciativa contra la reforma de la ley del aborto, con el título de Revuelta en el fango,
besos enlazados a un palmo del colchón, entregados tangos al aire
libre, hombres a los que se les da cuerda para que consigan arrastrarse
hasta el trabajo…. “Dibujines” les llama a los compuestos a partir de
una sola línea y borratajos a los que fue descubriendo entre las formas
improvisadas de las curvas marcadas por el rotulador. Un mundo en negro,
rojo y blanco rebosante de color.
La comedia nunca ha sido algo muy respetable, más bien al contrario. Recuerden aquella escena de El nombre de la Rosa
donde Guillermo de Baskerville, el personaje de Sean Connery, discutía
con el abad del monasterio si Jesús rió o no. El abad sostenía que en
ningún momento de las escrituras se menciona que Jesús riera, y un
Connery burlón le replica que tampoco se menciona que no lo hiciese.
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