Maandag 07 April 2014

«Hay pruebas de peso contra Carrillo»

El historiador Paul Preston se suma a quienes creen probado que el entonces consejero de Orden Público estuvo al corriente de la ejecución de más de 2.000 prisioneros

Día 18/09/2012 - 19.17h
«Hay pruebas de peso contra Carrillo»
«¡Váyase al infierno!», le espetó Santiago Carrillo a Luis del Olmo cuando éste se refirió a su papel en Paracuellos. Consejero de Orden Público, el 6 de noviembre de 1936, y secretario general del PCE, la sombra de aquellos asesinatos sigue planeando sobre Carrillo. Aunque la autorización, organización y aplicación implicaba a más gente, «tampoco hay que pensar que él estuviera eximido de responsabilidades... Hay pruebas de peso que, aparte de ser confirmadas parcialmente por algunas de sus propias declaraciones, dejan claro que estuvo totalmente involucrado». La afirmación es de un historiador tan poco sospechoso de veleidades derechistas como Paul Preston en «Las matanzas de Paracuellos», reconstrucción minuciosa de aquel macabro episodio que acaba de ver la luz en «Ebre 38» (Llibres de Matrícula), una revista sobre la guerra civil de tendencia republicana, codirigida por Pelai Pagès y M. Carmen Rojo Ariza, profesores del departamento de Didáctica y Patrimonio de la Universidad de Barcelona. 


«En Sevilla, durante la Guerra Civil, se vieron las caras tres Españas»

Día 14/04/2011 - 14.04h

El hispanista británico, autor de «El holocausto español», sostiene que en Sevilla se juntaron la derecha más dura con los anarquistas más extremos, lo que dio lugar a la represión más feroz de España

«En Sevilla, durante la Guerra Civil, se vieron las caras tres Españas»
RAÚL DOBLADO
Paul Preston en una imagen tomada ayer en Sevilla
Paul Preston (Liverpool, 1946) es doctor en Historia por la Universidad de Oxford y catedrático de Historia Contemporánea española. Considerado, junto con Hugh Thomas, el mayor experto mundial en Franco y la Guerra Civil, asegura haberse leído más de mil libros para preparar «El holocausto español», su útima obra.
—¿Cómo fue la represión en Sevilla?
—La represión en Sevilla fue especialmente dura. Había experiencias previas como los asesinatos en el Parque de María Luisa en el verano de 1931 o el golpe del 32. Dejando de lado a Queipo, había una derecha muy dura en Sevilla.
—¿Por qué?
—Hay muchas razones, pero una es que aquí se da un anarquismo muy feroz. Los obreros del Puerto eran bastante terribles. Y los muertos en las primeras semanas del Alzamiento son mayormente a manos de los anarquistas. Hay que decir que los anarquistas odiaban la República casi tanto como los nacionales. La terrible represión franquista, de la que se ocupa el comandante Castejón, organiza la matanza de Triana, y luego hubo columnas mixtas de guardias civiles y supuestos falangistas conquistando los pueblos con tremendas matanzas en Carmona y Alcalá de Guadaira. 


Terror rojo en el Madrid republicano

El hispanista Julius Ruiz desentraña la red «nada descontrolada de asesinatos de la República para perpetuarse»

Día 22/01/2012
Terror rojo en el Madrid republicano
Madrid, capital del dolor, 1936... Niños que se desmayan en las colas del pan, un índice de mortalidad infantil doce veces sobre la media europea, muertes de la población civil a los dos o tres meses después de perder cinco kilos al día, ejecuciones extrajudiciales, agencias estatales que actúan como cómplices de las matanzas, gánsteres, Brigadas «Amanecer» y «Al Capone», escuadras de la muerte, paseos, mucho café, delaciones a traición... Afiliarse a un sindicato católico o defender un partido político de derechas constituía una invitación a ser acusado de «fascista». Lo revela el hispanista Julius Ruiz, profesor de Historia de Europa en la Universidad de Edimburgo, en «El terror rojo» (Espasa, 459 páginas), con material inédito, tras diez años de investigación por archivos del Reino Unido y España sobre el periodo republicano, la Guerra Civil y la etapa franquista. Sostiene que «el terror rojo republicano fue un esfuerzo de guerra organizado y pensado para asegurar la victoria republicana, la revolución y crear una nueva sociedad antifascista. Los asesinos mataron para servir la causa de la República».

El peso de Paracuellos de Jarama

Pese a que Carrillo negó siempre su responsabilidad en la matanza de los miles de presos, las evidencias históricas señalan desde los años sesenta al dirigente comunista

Día 19/09/2012 - 08.32h
El peso de Paracuellos de Jarama
Santiago Carrillo tenía sólo 21 años el 6 de noviembre de 1936, el día en que fue nombrado Consejero de Orden Público por la Junta de Defensa de Madrid, el mismo día que ingresó en el Partido Comunista de España y justo un día antes de que dieran comienzo las matanzas en Paracuellos de Jarama: entre 5.000 y 12.000 presos fusilados, dependiendo de los estudios, cuya responsabilidad siempre negó el líder comunista, pero que el historiador Paul Preston se ha encargado de rebatir recientemente en la revista «Ebre 38»: «Hay pruebas de peso que, aparte de ser confirmadas parcialmente por algunas de sus propias declaraciones, dejan claro que estuvo totalmente involucrado». 

Una plaza para el cura que presenció 1.700 fusilamientos

Zaragoza dedica una plaza al capellán de la cárcel de Torrero entre 1936 y 1942

"¡Tantos hombres para matar a tres mujeres!’, gritó una. Sonó la descarga cerrada. Les di la absolución, y antes de que el teniente descargara los tiros de gracia, me alejé caminando como un autómata”. El pelotón de fusilamiento ascendía a 24 hombres. Las tres mujeres eran Selina Casas, Margarita Navascués y Simona Blasco. Y el testigo que describe la atroz escena, un cura, Gumersindo de Estella, que presenció 1.700 fusilamientos en las tapias del cementerio de Torrero (Zaragoza) entre 1936 y 1942. “Como sacerdote y cristiano sentía repugnancia ante tan numerosos asesinatos y no podía aprobarlos”. Tampoco pudo impedirlos, pero dejó constancia de ellos en un estremecedor diario por el que ayer le homenajeó el Ayuntamiento de Zaragoza dedicándole una plaza en el cementerio de Torrero.
Gumersindo de Estella, nombre religioso de Martín Zubeldia (1880-1974), acompañaba a las víctimas en camioneta desde la cárcel hasta la tapia del cementerio y les daba la extremaunción entre el fusilamiento y el tiro de gracia. No solo presenció las ejecuciones, también el robo de niños, como describió en su diario: “¡Por compasión, no me la roben! Que la maten conmigo’, gritaba una. ‘¡No quiero dejar a mi hija con estos verdugos!’, exclamaba la otra. Se entabló una lucha feroz entre los guardias que intentaban arrancar a viva fuerza las criaturas del pecho y brazos de sus madres y las pobres madres que defendían sus tesoros a brazo partido”.

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