EL CÓMIC Y LA GRAN GUERRA
“Cuando dibujas, experimentas las cosas a un nivel mucho más profundo,
debido a la manera de habitar la escena. Cuando dibujas habitas cada
persona. Tienes que dotar de individualidad a cada figura, sin importar
lo pequeños que sean. Les estoy mandando a la guerra y de alguna manera
les estoy asesinando. Dibujar una guerra es una experiencia muy íntima”,
explica Sacco en el prólogo. Tan íntima que el espacio cambia, el
tiempo se altera y unos pocos centímetros de dibujo representan cientos
de metros reales. En esos centímetros el horror se destila en leves
golpes casi camuflados. Lo peor: el lector se convierte en un buscón
morboso. ¿O ya lo era?


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